Muchas veces me pregunto, y me preguntan, por qué sigo estudiando a mis 56 años y cuando trato de dar una respuesta no puedo evitar caer en el Dilema Eigenwelt. Me incomoda pensar que 30 años de ser terapeuta no me han sido suficientes, que por más que me esfuerzo no soy la terapeuta que quiero ser, me incomoda sentir que no alcanzo la cuota que tal vez de algún modo me planteé, porque creo que no valoro todo el desempeño puesto en mi labor. Y por otro lado trato de convencerme de que siempre hay algo que aprender, que siempre podemos hacer más, dar más y esforzarnos más.
Esta situación me lleva a sentirme agotada porque estudiar y hacer una maestría a los 56 años de edad implica un mayor esfuerzo que cuando se es joven y hace que me diga a mí misma que no tengo ninguna necesidad y desear renunciar para quedarme tranquila con mis 30 años de experiencia. Pero cuando llego a ese punto vuelvo a sentir que no puedo perder la oportunidad de seguir moviéndome, de crecer, de ser mejor, continuar estudiando solo para dentro de poco tiempo volver a desesperarme y preguntarme nuevamente ¿para qué sigo estudiando?