Primera parte En esta y las siguientes tres entregas que realizaré de mi blog, me centraré en un tema que me han solicitado mucho a partir de un par de sesiones en Facebook Live junto a Max Jiménez, con quien realizo una ‘conversación pública’ semanal desde hace un mes.
(Transmitimos los jueves a las 3:05 pm si deseas participar en alguna de estas sólo debes seguir la página del Círculo Existencial -> Clic Aquí )
Me refiero a tratar de clarificar un poco de la confusión que existe con respecto a las diferencias y similitudes presentes entre la(s) llamada(s) Terapia(s) Humanista(s), y la Terapia Existencial, y a la vez esclarecer un poco más de este hermoso campo de las Prácticas Fenomenológico- Existenciales o Conversaciones Poderosas.
(Si deseas conocer un poco más sobre qué es lo que llamo Conversaciones Poderosas -> Da clic aquí)
Algunos segmentos que compartiré se encuentran en el Volumen 1 y otros en el Volumen 2 de mi obra: Terapia Existencial. Teoría y práctica relacional para un mundo post-Cartesiano. Editados por el Círculo de Estudios en Terapia Existencial. (Si deseas conocer y/o adquirir algunas de estas publicaciones-> Da clic Aquí)
Podemos comenzar por aclarar los principales usos de la palabra existencial cuando se vincula a otras como ‘terapia’ o ‘psicología’.
Desde mi perspectiva, el término ‘Terapia Existencial’ puede entenderse de tres maneras distintas, lo que provoca confusiones:
1.- Como una sensibilidad especial hacia los temas existenciales –
como la libertad, la muerte, la búsqueda de sentido, etcétera–, desarrollada por cualquier terapeuta de cualquier corriente. De tal manera que puede haber psicoanalistas, terapeutas Gestalt, sistémicos, logoterapeutas, cognitivo-conductuales, etc. que realicen, de vez en cuando, sesiones ‘existenciales’. Algunos terapeutas de amplio reconocimiento mundial, como Irvin Yalom (1980), parecen abrazar este enfoque.
Sin embargo, considerar lo existencial como algo fundamentado en los temas que se narren en terapia, es desperdiciar lo más original y poderoso de este enfoque terapéutico,
que consiste en una forma de estar con el otro, una manera específica de acercarse a la relación terapéutica, y una toma de postura frente al proceso terapéutico mismo. Básicamente, lo que este enfoque propone es que lo importante no es tanto de qué se hable en la terapia, sino cómo se hable.
2.- Como un término genérico que abarca varias formas de terapia que están fundamentadas en algunos o varios de los preceptos existenciales,
como la Gestalt, la Logoterapia, el Enfoque Centrado en la Persona, el Focusing, etc. En muchos textos básicos de estos modelos, se reconocen influencias existenciales en el desarrollo de sus perspectivas, y muchas veces las engloban bajo el rubro de “Terapias Existencial-Humanistas”, o “Tercera fuerza de la psicología”, como aparece en algunos textos de A. Maslow.
Personalmente, la división en tres o cuatro ‘fuerzas’ de la psicología me parece reduccionista y pobre, ya que deja fuera muchos enfoques, o les obliga a quedar reducidos en su diversidad y riqueza.
Por ejemplo, ¿En cuál de las cuatro fuerzas están mejor representados los terapeutas sistémicos?, y ¿los corporales?; por otra parte, aún no conozco a dos psicoanalistas iguales, por qué entonces desear englobarlos en ‘una sola fuerza’?. Es cierto que lo que provoca que se llamen todos ellos ‘psicoanalistas’, es que comparten ciertos marcos teóricos, ciertos fundamentos epistemológicos y, principalmente, ciertos valores y propuestas metodológicas. De aquí surge el siguiente punto, ya que la perspectiva existencial puede tener todo ello de manera distintiva.
3.- Como un enfoque específico y delimitado. En este último sentido, se trata de un enfoque particular, que se distingue de enfoques hermanos como la Gestalt, la Logoterapia, la psicoterapia específica llamada Existencial-Humanista (o Escuela Norteamericana), etcétera.
Una perspectiva cuyo nombre completo podría ser:
Existencial Fenomenológico Hermenéutica.
Esta mirada nos invita a reconocer que la terapia existencial es un modelo con ciertos marcos teóricos específicos –como las bases filosóficas existenciales–, ciertos fundamentos epistemológicos y propuestas metodológicas –como la fenomenológia existencial y hermenéutica–, y ciertos valores –como los fundamentos dialógales, comprensivos, y colaborativos de inspiración post-Cartesiana y Relacional.
Considero que el uso más apropiado es el tercero de la lista, ya que reconoce la existencia de la Terapia Existencial como un modelo con posibilidades de ser estudiado de manera formal lo que en el Círculo de Estudios en Terapia Existencial, así como en muchos otros lugares del mundo, podemos corroborar.
(Puedes encontrar una alternativa que propuse a la famosa Oración Gestalt de Fritz Perls con una adaptación a la mirada existencial dando Clic Aquí)
En la siguiente entrega continuaremos reflexionando sobre las diferencias entre la perspectiva Existencial y la Humanista de manera general. Por lo pronto, les invito a dejarme aquí sus comentarios o preguntas dentro de este mismo blog, para mantener el diálogo abierto.
Si deseas leer alguna de mis otras entradas sobre filosofía, terapia, coaching desde la perspectiva existencial te invito a visitar mi blog completo, dando clic aquí.
¡Bienvenid@s a la conversación!
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